México a 9 de agosto de 2009.
Lo primero que he de decir, es que como marxista, que me considero, el grado de discrepancias con Engels es, por supuesto, mínimo. En el caso de la carta que me hacen llegar los compañeros, creo que es una pieza maravillosa del marxismo que expone con una maestría impresionante algunas de las cuestiones teóricas esenciales.
La relación de la economía con el resto de los elementos y factores humanos así como la subordinación de unos a la otra y el mecanismo dialéctico entre ellos, se explica de manera profundamente clara y es de gran utilidad para cualquiera que quiera entender el materialismo histórico y el materialismo dialéctico.
No cabe duda que polemizar con Engels, siendo marxista, no es lo más común ni será lo más apreciado por muchos de nuestros compañeros, los más dogmáticos incluso me acusarán de herejía. Pero lo que tampoco me cabe en duda es que todos (y eso incluye a Engels y hasta Marx), estamos imbuidos por resabios de la ideología dominante, la ideología burguesa, y que eso nos hace caer en concepciones imprecisas o erróneas.
En este caso puede que la concepción errónea sea la mía, que sin duda también está profundamente influenciada de la ideología dominante. O tal vez, solo tal vez, puede ser la de Engels, en todo caso, vale la pena abrir el debate y quienes crean que pueden apelar a los grandes teóricos del marxismo como si de una Biblia se tratara, les recuerdo que es precisamente la actitud más antimarxista y dogmática. En todo caso que se esgriman las ideas por encima de los nombres de quienes las firman
Observaciones.
En las primera y última parte de la carta de Engels, la coincidencia es total, incluso me declaro en grado de aprendizaje con respecto al gran maestro del socialismo científico, el problema a debate que incluso es precisamente por él que los compañeros me hicieron llegar la copia de la carta, se da en el inciso b) de la carta el cual, a saber, dice lo siguiente:
b) Los hombres hacen ellos mismos su historia, pero hasta ahora no con una voluntad colectiva y con arreglo a un plan colectivo, ni siquiera dentro de una sociedad dada y circunscrita. Sus aspiraciones se entrecruzan; por eso en todas estas sociedades impera la necesidad, cuyo complemento y forma de manifestarse es la casualidad. La necesidad que aquí se impone a través de la casualidad es también, en última instancia, la económica. Y aquí es donde debemos hablar de los llamados grandes hombres. El hecho de que surja uno de éstos, precisamente éste y en un momento y un país determinados, es, naturalmente, una pura casualidad. Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá. Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la República Francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc., este hombre ha surgido. Marx descubrió la concepción materialista de la historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850 demuestran que ya se tendía a ello; y el descubrimiento de la misma concepción por Morgan prueba que se daban ya todas las condiciones para que se descubriese, y necesariamente tenía que ser descubierta.
HASTA AQUÍ TERMINA LA CITA.
- Lo primero que dice Engels de los grandes hombres (entiéndase los dirigentes, la vanguardia revolucionaria) es que: “…El hecho de que surja uno de éstos, precisamente éste y en un momento y un país determinados, es, naturalmente, una pura casualidad. Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá”.
En la parte de la casualidad me parece que el acuerdo es total. El que en un momento determinado de la historia, donde las condiciones materiales están dadas para ello, surja un hombre o conjunto de hombres que sean capaces de tomar la dirección del proceso histórico completo (revolucionario) no podemos sino denominarlo obra de la casualidad, del azar. Es decir, el movimiento revolucionario depende (aún según Engels) de la casualidad para que surjan en el momento preciso, hombres a la altura de las necesidades del movimiento, con capacidad teórico y práctica para la interpretación y conducción del movimiento, y con posibilidades de llevarlo a buen puerto.
En la segunda parte de esta cita es donde comienzan las diferencias. Dice Engels “si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá”. En primer lugar, Engels reivindica en este fragmento la necesidad inminente de los dirigentes. “se planteará la necesidad de reemplazarlo”, si, como dicen los camaradas de MSN que me hicieron favor de acercarme el presente escrito, todo fuera obra del movimiento de masas, en si mismo, cual sería la necesidad de reemplazarlo. Lo reemplazaría entonces el movimiento de masas en su conjunto. Es decir, si los grandes hombres como los plantea Engels, fueran prescindibles, no se plantearía por un lado su necesidad inicial. Luego entonces, ante su ausencia, tampoco habría necesidad de reemplazarlos. La existencia de la necesidad, primero de los grandes hombres en sí, y luego de reemplazarlos en caso de ausencia, nos revela en Engels, la reivindicación de la necesidad de la dirección política, de la conducción, de acompañar al movimiento de masas de hombres surgidos de entre ellas y capaces de sintetizar lo más avanzado de su desarrollo y de conducirlas.
¿Por qué entonces si Engels reconoce la necesidad de los dirigentes, renglón seguido los minimiza diciendo “…Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá”. ¿Es el movimiento de masas una fábrica inagotable de dirigentes, de grandes hombres? Si así lo fuera, ¿por qué esperar a la ausencia para el reemplazo?, ¿por qué no surgen del movimiento de masas uno, dos, quinientos o mil grandes hombres al mismo tiempo, dirigentes todos que, de surgir, harían profundamente innecesarios a los grandes hombres en sí? Porque para que Engels pueda hablar de grandes hombres se da una relación de superlatividad, de ventaja entre éstos y el resto de la masa. No cabe duda que si todos tuvieran las mismas capacidades y potencialidades, todos los hombres serían grandes, con lo que ninguno sería un gran hombre, es decir, ante la paridad no se destaca. Al final de cuentas en esta cita no podemos sino notar un acto de fe de Engels, porque nos dice que será sustituido, que aparecerá, pero, al menos hasta aquí no da elementos para sostener su dicho, no nos suena distinto que cuando los católicos nos hablan de la segunda venida de nuestro salvador, es un hecho, un hecho de fe, pero sin sustento material, científico, pero continuemos en la línea del púlpito de Engels.
2. En una siguiente parte, de un subjetivismo asombroso, más propio de un metafísico que de uno de los principales promotores de la teoría del socialismo científico, Engels afirma “…Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la República Francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc., este hombre ha surgido…”
Valga la dotación de suposiciones y buenos deseos. Al final no hay forma científica de probar la afirmación de Engels. El que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto o Cromwell, o Napoleón en el caso anterior, éste haya surgido solo prueba dos cosas, no precisamente las que intenta probar Engels, a saber.
a) Prueba que en los grandes procesos históricos, los grandes movimientos y tendencias de las masas han necesitado de los grandes hombres, de los dirigentes, como agentes conductores, catalizadores, del movimiento.
b) Que en algunos de los momentos en que la necesidad a la que hace referencia Engels ha estado presente, la casualidad ha permitido poner a hombres grandes al frente de las luchas, representando a lo más avanzado del pensamiento, de la organización y del actuar de su tiempo y capaces de influir en el resto de la masa y conducirla a nuevos derroteros históricos.
Lo que nunca prueban los ejemplos anteriores es que en caso de no haber existido hubieran surgido otros.
Engels nos dice que la necesidad hace que estos grandes hombres se requieran y que la casualidad los pone en el país y tiempo adecuado. Estamos de acuerdo en ello. Pero en lo que diferimos es que, de ser como dice Engels, que la historia los substituiría con tal facilidad, eso mismo negaría su necesidad, es decir, surgirían por borbotones a cada momento de la historia y ni siquiera notaríamos sus ausencias y presencias. Y es justo en esa dimensión y en ese valor que podemos apreciar el lugar real de los dirigentes en el movimiento de masas.
Es decir, a muchos de ustedes les sonará el nombre de Espartaco, a los que no, baste saber que fue un esclavo del imperio romano que, tras ser un gran gladiador, emprendió una lucha por la liberación de los esclavos de Roma teniendo un gran empuje entre las masas, logrando organizar a miles de esclavos y poniendo en serios problemas al imperio más grande y poderoso que había conocido la humanidad.
No cabe duda que antes de su nacimiento, en el seno de la esclavitud, era necesaria la lucha por la libertad. La necesidad estaba allí, pero hasta su nacimiento, la casualidad permitió agrupar esa necesidad con un hombre lo suficientemente avanzado, lo más avanzado de su tiempo entre los suyos, y conducir el proceso revolucionario. No cabe duda también que a su muerte, la necesidad de luchar contra la esclavitud, que duró algunos siglos más, seguía presente, pero la casualidad ya no sé presentó.
Si atendiéramos a la superstición de Engels, recordaríamos a muchos preEspartacos y otros tantos postEspartacos, tal vez incluso no se podría hace referencia en estos términos porque no recordaríamos a Espartaco en específico, recordaríamos a muchos de su talante y características, pero no es así, la historia le concede un lugar porque fue precisamente la síntesis dela necesidad y la casualidad, esos momentos históricos claves y, pese a Engels, tan irrepetibles, que se graban en la memoria humana.
Engels dice que si no hubiera habido Napoleón otro habría ocupado su lugar, pero su ejemplo muere al nacer, porque a la caída de Napoleón nadie ocupó su lugar, pese a que Francia lo seguía necesitando, y se comenzó una oleada de contrarrevoluciones en Europa que tendía a revertir la obra napoleónica, que si se conoce como tal es porque Napoleón existió y no fue cualquier otro en la casualidad.
Engels nos dice que “…Marx descubrió la concepción materialista de la historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850 demuestran que ya se tendía a ello; y el descubrimiento de la misma concepción por Morgan prueba que se daban ya todas las condiciones para que se descubriese, y necesariamente tenía que ser descubierta…”
Estamos completamente de acuerdo, es claro que no podríamos afirmar sin ser metafísicos que el hecho de que Marx descubriera la concepción materialista de la historia, revela en sí mismo, y aún sin apelar a los demás ejemplos de Engels, que había las condiciones para descubrirla, y que cualquier ser humano que hubiera utilizado las mismas lecturas, el mismo método, las mismas influencias y un similar razonamiento habría llegado, sin duda a conclusiones por lo menos similares a las de Marx. El punto es que quien siguió un modelo de estudio, un razonamiento y un mecanismo que lo llevó a ese descubrimiento fue Marx. Es cierto que había una “necesidad histórica” por llamarlo de alguna manera, de que el materialismo histórico fuese descubierto, pero también es cierto que fueron pocos hombres que se acercaron al descubrimiento de esa teoría y menos aún los que la perfeccionaron y le dieron su filo revolucionario.
Ante las afirmaciones de Engels podríamos deducir 1. O que a la muerte de Marx el proletariado dejó de necesitar a hombres de su talante para guiarlo e interpretar con maestría sus condiciones historia y potencialidades. 2. O que ha habido miles de Marx, pues la necesidad se ha dado desde su muerte hasta nuestros días y si la casualidad sustituiría a Marx (como lo haría con Napoleón, según Engels) debió de haberlo substituido ya miles de veces en miles de lugares distintos. 3. O que Engels se equivocaba en su afirmación y pese a que la necesidad de teóricos de la calidad de Marx, o de Engels o de Lenin es una necesidad permanente, la casualidad no ha sido tan benigna y sólo esporádicamente nos ayuda a satisfacer esa necesidad vital.
En toda América Latina la necesidad nos ha hecho suspirar por miles de Fideles o Ches, pero sólo Cuba tuvo las condiciones propicias, el proceso adecuado y la buena fortuna, la casualidad, de tenerlos. Ellos hicieron la historia, por supuesto que no, como no la hizo Napoleón, Marx, Engels, Lenin, Espartaco o algún otro, la historia la han hecho las masas, pero en este sentido, la carta de Engels nos ayuda a confirmar que cuando las masas están listas para hacer la historia, surgen de entre ellas grandes hombres, que reflejan lo más avanzado de su tiempo, que tienen la voluntad, la preparación, el sacrificio y las condiciones suficientes para guiar a las masas, para aprender de ellas, para interpretar sus más grandes aciertos y corregir sus mayores errores y convertirse en los dirigentes de las masas. Al final, dudo que algún compañero pueda recordar algún gran momento de transformaciones históricas en el que no podamos citar la presencia de esos grandes hombres, que como Marx, Engels o Lenin, nos confluyen y nos guían, la necesidad los requiere, la casualidad los pone allí, interpretan al movimiento y se convierten en su vanguardia y pasan a la historia, de eso no me queda duda.
Mañana el análisis general sobre dirigentes y masas.
Para el Movimiento Revolucionario de Masas.
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