jueves, 27 de agosto de 2009
Los Círculos de Estudio como medio de organización política
México a 25 de agosto de 2009.
En la lucha política por una nueva sociedad se hace necesaria la creación de organizaciones revolucionarias que se encuentren comprometidas con su sociedad y con la transformación de la misma, que sean capaces de entender de manera teórica y práctica esta necesidad y que ayuden a organizar a las masas, siendo parte de ellas y surgiendo al interior de ellas dicha organización.
Hay muchas formas de organización, pero una de las más importantes es la creación y consolidación de círculos de estudio, círculos de formación política que al mismo tiempo se vinculen a la acción práctica.
En los círculos de estudio se pueden crear procesos naturales de dirección colectiva, en la medida que opera la discusión y análisis profundo de temas diversos entre un grupo de compañeros.
Estos círculos de estudio, en el mejor escenario deben representar una vinculación teórico - práctica. De poco nos sirve organizar un sinfín de actividades con la gente, pero donde la gente no se convierta en sujeto consciente de su acción política, sino simplemente en acompañamiento de un determinado número de dirigentes. Pero de nada nos sirve también tener círculos de intelectuales que traten de analizar la teoría revolucionaria y la realidad social, sin después hacer absolutamente nada para transformarla.
Lo que se requiere es una relación dialéctica entre la teoría y la práctica, para poder construir la praxis revolucionaria. En ese sentido los círculos de estudio deben:
En primer lugar estudiar las diferentes concepciones teóricas del mundo, no solo las de izquierda, sino todas en general, para tener una visión amplia y una capacidad de debatir. El marxismo, el anarquismo, o cualquier teoría de izquierda no hubieran visto la luz jamás si simplemente se hubieran contemplado las teorías existentes o sólo aquellas con las que se simpatice. Tenemos que estudiar diferentes teorías transformadoras de la sociedad, pero también aquellas que hacen de la sociedad que conocemos hoy, precisamente lo que conocemos. Solo leyendo a los teóricos de la derecha estaremos en condiciones de debatir con ellos, de refutarlos, de superarlos.
Por otro lado el estudio debe estar también ligado a la realidad material, concreta, a aquella que nos rodea, debemos estudiar los diferentes fenómenos sociales que circundan nuestro entorno y tener una visión crítica y propositiva hacia ellos. Interpretar los fenómenos, comprenderlos en todas sus particularidades, definir tendencias e incidir en ellas debe ser una tarea permanente de los círculos de estudio.
En tercer lugar debemos apostar a que el círculo se convierta en un natural centro de dirección colectiva de nuestra práctica política, que nos permita acercarnos a ella desde una perspectiva social, unitaria. A partir de que en los círculos analizaremos la realidad debemos hacer propuestas para incidir en ella. Estas propuestas deben transformarse en acuerdos y en tareas concretas, para que con ello podamos encaminar nuestra práctica. Por otro lado, una vez que las tareas se realicen debemos regresar al círculo para poder comprobar en él sí se cumplieron las tareas acordadas, las labores, los objetivos.
Así, una vez evaluada nuestra práctica podemos aprender de nuestros aciertos y errores para así mejorar en cada una de nuestras actividades.
En este círculo de estudios se debe dar conducción a nuestro periódico, a nuestra revista, a las propuestas de talleres, conferencias y demás actividades políticas y sociales.
Debe ser un espacio abierto a la comunidad, debemos invitar a maestros, trabajadores, alumnos y a cualquiera que tenga interés en ser parte de los círculos, decida o no ser parte de la organización, y al interior del círculo debe tener exactamente los mismos derechos y obligaciones que todos los que acudamos a él, en el círculo de estudios, todos estamos en igualdad de condiciones.
La primera reunión para llevar adelante esta propuesta es el día lunes 31 de agosto a las 13:00 en el salón B-006 de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad Universitaria. Esperamos que asistas ya que en ella se analizarán las propuestas de día y hora para los círculos permanentes, sí se realizan en uno o varios horarios, cuales serían al menos los primeros temas a debatir, y otros elementos de primera importancia.
Si no puedes acudir pero te interesa participar, puedes comunicarte con nosotros en:
mrm09ac@gmail.com
O acudir a los Blogs:
http://mrm09ac.blogspot.com
http://franky.over-blog.es
Saludos y esperamos que asistas.
Por el Movimiento Revolucionario de Masas A. C.
domingo, 16 de agosto de 2009
Que se llevará a cabo el próximo 19 de agosto de 2009 a las 17:30 hrs.
Ponentes:
* Opositores a la Minería de la Diócesis de San Marcos, Guatemala.
* Alejandro Villamar de la Red Mexicana de afectados por la mineria REMA
* Valeria Scorza del Proyecto de derechos económicos, sociales y culturales A.C.
* Frente Amplio opositor a la minería San Xavier FAO (por confirmar)
* Observatorio de conflictividad social. SERAPAZ
En:
Patricio Sanz 449
Col. Del Valle
Tel 5543 3660
A tres calles de la estación del metrobus POLIFORUM. (No hay estacionamiento)
sábado, 15 de agosto de 2009
jueves, 13 de agosto de 2009
El Poder Popular.
Saludos, y gracias a Fer por su colaboración.
¿QUÉ ES EL PODER POPULAR?
1. Enfoque Teórico
Con la crisis global capitalista, la situación de vida de la clase obrera y el pueblo en general, se está degradando continua e irreversiblemente. El capitalismo, ha caído en una crisis económica muy profunda, que no se veía desde la gran depresión de 1929, y tiende a ser peor que esta, según muchos analistas. El neoliberalismo impuesto al mundo desde finales de los años setentas, del siglo pasado “ha empezado a hacer agua”
Durante los últimos 30 años la acumulación de capital, se ha basado crecientemente en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, la expropiación de las tierras de los campesinos, la especulación financiera internacionalizada, el saqueo de los recursos naturales de los pueblos, el racismo y la xenofobia.
Sufrimos el empobrecimiento absoluto de la clase obrera en todos los países: reducción absoluta de los salarios, extensión de la jornada laboral, intensificación absoluta de los ritmos de trabajo, flexibilización de la contratación, sensible disminución en la seguridad en el trabajo, , incremento de los desempleados, ataques contra todas las conquistas históricas del movimiento obrero. El capitalismo ya no puede sustentar la rentabilidad del capital más que en la degradación absoluta del trabajo, provocando el retroceso histórico continuo de nuestras condiciones de existencia.
Para afrontar el descenso de la tasa de beneficio, provocado por la crisis económica, la clase capitalista esta suprimiendo la política de bienestar social, de intervencionismo inversor del Estado, hasta reducirlos a los mínimos necesarios para la continuidad del capitalismo. De este modo, la clase burguesa se libera de las cargas tributarias, que se hacían inasumibles para mantener la rentabilidad competitiva de los capitales -o lo que es lo mismo, la maximización del beneficio, su elevación creciente en proporción a la inversión; sin embargo la crisis global del capitalismo neoliberal, esta mellando estas medidas tomadas por la burguesía, la tasa de ganancia está cayendo a niveles importantes, el cierre de fábricas, y la quiebra de negocios, están a la orden del día; con lo cual la situación de los trabajadores y el pueblo en general empeora cada vez más, pues la devaluación, inflación y el desempleo, han hecho su aparición, tornando dramática la situación.
A menos que el proletariado y el pueblo, retomen su lucha histórica con todas sus fuerzas, todas las viejas conquistas del pueblo están condenadas a desaparecer, y nuestra situación a empeorar cada vez más. Pero esta energía sólo puede ser liberada de las cadenas de sumisión material y espiritual al capitalismo, situando en el horizonte el objetivo de una auténtica transformación sustancial de nuestras condiciones colectivas de existencia, que sólo será posible a través de la lucha revolucionaria por suprimir el capitalismo.
El proletariado, la clase internacional desposeída de los instrumentos y las condiciones de trabajo, de los medios para producir su propia vida material, encarna ya en sí mismo la negación de la propiedad privada, que no es otra cosa que el producto de su propio trabajo transformado en un poder ajeno que le domina. Sus intereses le orientan, por eso, de modo espontáneo a la unidad frente a esta privación y a la lucha por suprimir la misma. El socialismo, no es otra cosa que el movimiento real del proletariado luchando por suprimir su existencia alienada, su existencia "para otro": para el capital, para el capitalista. O de modo más preciso: el socialismo es el modo de actividad del proletariado cuando actúa revolucionariamente para suprimir la propiedad privada.
La única alternativa al capitalismo es un socialismo nuevo, o sea, la supresión de la división de la sociedad en clases, que es la raíz de las limitaciones y decadencia de la sociedad actual. La revolución proletaria, la construcción del socialismo como régimen social, la creación de una sociedad socialista tiene que empezar por suprimir el trabajo asalariado -cuya esencia es la subordinación del trabajo vivo a la acumulación de capital (trabajo materializado)- y los demás rasgos y categorías económicas de funcionamiento del capitalismo: el valor y el plusvalor, la mercancía y el mercado, la división del trabajo intelectual y manual, la competencia.
La condición de este proceso, esencialmente económico, es la destrucción del Estado capitalista y su sustitución por el poder autoorganizado y democrático del proletariado y del pueblo, de la mayoría de la sociedad, para suprimir la propiedad privada de los medios de producción sociales y la separación entre la sociedad civil y el poder político organizado. Los llamados regímenes "socialistas" o "comunistas", el propio bolchevismo, no sólo no realizaron el socialismo, sino que ni siquiera alcanzaron un nivel de desarrollo material de la sociedad comparable al capitalismo avanzado que era su contemporáneo. El bolchevismo creó una forma totalitaria de capitalismo de Estado, basada en la explotación del trabajo asalariado y, consiguientemente, en la dominación política e ideológica de una nueva clase dominante sobre el proletariado, una burocracia como propietaria colectiva de los medios de producción.
Por supuesto, estos sistemas sociales estuvieron lejos de dar lugar a una verdadera libertad y autorrealización humana, tanto material como espiritual.
Históricamente, y a raíz de estos fracasos, han surgido nuevas formas de organización y concepciones de lucha y la más importante es la del Poder Popular.
El Poder Popular se opone a las concepciones tradicionalistas de lucha, como el vanguardismo y las concepciones leninistas, estalinistas, trotskistas, maoístas y de partidos revolucionarios centralizados, para lograr una sociedad superadora del capitalismo. Considerando que la revolución rusa de 1917 y las subsiguientes fueron revoluciones fracasadas, que dieron lugar a formas totalitarias de capitalismo de Estado, una nueva revolución debe concebir al poder popular como su objetivo primordial histórico. El proletariado necesita nuevas formas de organización que respondan a su emancipación individual y colectiva como seres humanos, y que sirvan para fundamentar su desarrollo autónomo como clase revolucionaria consciente y como poder de masas frente al capitalismo, formas de organización que constituyan la base de su futuro poder revolucionario organizado en consejos obreros y asambleas populares, tomando conciencia de su poder, de su capacidad de acción, despertando todas las energías dormidas por una vida de esclavizamiento en el trabajo y de anulación política e intelectual.
Este esfuerzo combinado, que concurre con la propia lucha de clases, impulsada por las necesidades inmediatas, y que encuentra en esa lucha la fuente de vitalidad y de experiencia necesarias para acometer el desarrollo autónomo de la clase obrera como sujeto revolucionario, constituye el elemento activo y básico del movimiento socialista real, del movimiento obrero y popular revolucionario.
El Poder Popular sitúa todas sus esperanzas en las propias capacidades de los proletarios para luchar y pensar por sí mismos, asumiendo la puesta en la práctica real, radical y universal, de la histórica consigna internacional: "LA EMANCIPACIÓN DE LA CLASE OBRERA DEBE SER OBRA DE LOS OBREROS MISMOS".
Consideramos que nuestra tarea como revolucionarios, es construir el Poder Popular que responda a las necesidades inmediatas y futuras de la clase obrera y de la humanidad entera; que construya un programa para el desarrollo integral del proletariado como sujeto revolucionario, un programa que sea un auténtico método de comprensión y transformación del mundo, una guía para la acción en la época actual, marcada por el confusionismo creado por los poderes ideológicos del capital y por el anacronismo de las concepciones, de las organizaciones y de las prácticas del viejo movimiento revolucionario.
Las viejas formas de organización son formas que reproducen las relaciones sociales capitalistas, la subordinación del trabajo vivo al trabajo materializado, de la energía de la clase a estructuras de representación, basadas respectivamente en el mero aglutinamiento de masas, en el caso de estructuras gremiales centralizadas y burocráticas, y en sometimiento del pensamiento individual a la ideología en el caso de los partidos políticos. La construcción de un nuevo poder popular, pasa por fundamentar todo en la cooperación libre y entusiasta entre iguales, por sustituir el aglutinamiento de individuos tras unos cuantos dirigentes, por la creación de agrupamientos autónomos a partir del compromiso individual y colectivo con la lucha práctica y en un espíritu de comunidad y fraternidad. Las Auténticas comunidades de lucha de los proletarios, pasa también, por la supresión de todas las formas especiales de partido, fundadas en el sometimiento intelectual dentro y en la lucha por la hegemonía política e ideológica sobre las masas -cuando no pura y simplemente por el poder en el Estado burgués-. Los partidos políticos deben ser reemplazados por agrupamientos de nuevo tipo, basados en el compromiso de clase y en el continuo trabajo de desarrollo teórico, de discusión política, de propaganda y agitación, cuya función es aportar elementos para la autoclarificación de las masas e impulsar así a su acción autónoma, no dirigirla dogmáticamente
Igual que las relaciones de producción capitalistas, que en un principio fueron revolucionarias y progresistas contra el feudalismo y desarrollaron las fuerzas productivas sociales, pero que en el transcurso de la historia se han convertido en trabas insuperables para su desarrollo, en la misma manera las formas de organización obrera tradicionales se convierten también en trabas al desarrollo del proletariado como sujeto revolucionario, impidiendo que rompa espiritualmente con su condición social forzada, esclavizadora y alienante, con su condición de clase dominada. Pero, la construcción de nuevas formas de organización, sólo puede ser el resultado de las necesidades determinadas por la lucha de clases, junto con la imprescindible maduración de la conciencia del proletariado a respecto de las mismas. Por eso, debemos entender que, el desarrollo de la lucha de clases con una orientación revolucionaria práctica, la organización basada en la cooperación libre, y el crecimiento de la conciencia del proletariado, constituye una unidad interdependiente.
La supresión de la división entre dirigentes y dirigidos en el movimiento proletario tiene que basarse en el esfuerzo constante, individual y colectivo, por el desarrollo de las propias capacidades y de la autoactividad, por lograr una transformación integral humana, acorde con nuestra esencia común como especie social, en ruptura con el egoísmo vulgarmente materialista de la propiedad privada, con el consumismo mercantil, con el autoritarismo posesivo, que constituyen la cara externa de la miseria espiritual en la que "vive" la sociedad actual.
La liberación espiritual es decisiva para el desarrollo del movimiento revolucionario, pero lo determinante del carácter revolucionario del movimiento es el antagonismo de clases que atraviesa la sociedad capitalista en todos los aspectos de la vida social. El comunismo no es la idea de ningún genio, sino antes que nada, la necesidad viva del proletariado de superar la sociedad existente. Su realización requerirá, como decían Marx y Engels, de todas las energías de que disponga la clase revolucionaria, del desarrollo de sus capacidades en correspondencia con las tareas y objetivos que habrá de cumplir, de su asociación para efectuar esta inmensa transformación, que significará el salto del reino de la necesidad al reino de la libertad.
2. El Poder Popular Enfoque Práctico
La aplicación de las políticas neoliberales ha traído como consecuencia rebeliones e insurrecciones populares, que se han enfrentado a las políticas depredadoras del capitalismo salvaje (neoliberalismo).
Las expresiones del Poder Popular en América Latina han sido muy importantes, manifestando la existencia de este como una alternativa revolucionaria para los pueblos en el camino de su liberación.
Como antecedente importante, en 1994, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, se levanta en armas en Chiapas con demandas de: democracia, libertad y justicia, pero también se manifiestan en contra del neoliberalismo y por la humanidad.
Las acciones de los alter mundistas en contra del neoliberalismo, con expresiones concretas en contra del Banco Mundial (BM.), Fondo Monetario Internacional (FMI.), Organización Mundial de Comercio (OMC.), se expresan en la práctica de manera contundente a fines de 1999 cuando el movimiento alter mundista, prácticamente toma la ciudad de Seattle en Estados Unidos para impedir las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
En Venezuela a pesar de los esfuerzos del imperialismo norteamericano por derrocar al presidente Hugo Chávez todo ha sido inútil; Venezuela juega un papel de primer orden, en el trazo de las alianzas y en contra de Estados Unidos sin romper con él, en compañía de Cuba avanza en la construcción de un bloque en América Latina el ALBA, tomando acuerdos energéticos muy importantes.
Como consecuencia de esta política independiente de Venezuela, el imperialismo yanqui patrocinó en abril de 2002 un golpe de estado, con la pretensión de derrocar al presidente Hugo Chávez y terminar así, con la Revolución Bolivariana.
El presidente Chávez es tomado prisionero por la derecha venezolana encabezada por el usurpador Carmona y metido a la cárcel; pero el pueblo venezolano, mediante una movilización general exigió y logró restituir a Chávez en el poder y EU, no pudo lograr el derrocamiento del presidente venezolano.
En Bolivia, país de gran tradición de lucha se ha ido formando un poder popular, que ha venido avanzando en la recuperación de su patrimonio nacional, como sucedió con la guerra del gas y el ajuste de cuentas a los representantes del estado burgués boliviano, que se ilustra en la caída de dos gobiernos: el de Sánchez de Losada y el de Mesa. Las masas lograron detener la privatización de sus recursos energéticos gracias a sus movilizaciones y movimientos armados y han venido avanzando hasta lograr triunfar en las elecciones.
En las elecciones presidenciales del 18 de diciembre de 2005 triunfa sobre la derecha y en contra de la voluntad del imperialismo Yanqui, el indígena cocalero, Evo Morales cuyo proyecto es alternativo al neoliberalismo.
Evo Morales y el Movimiento al Socialismo (MAS), han venido forjando su proyecto antineoliberal, el que se está aplicado con su triunfo electoral.
Durante la noche del 19 de diciembre de 2001, el pueblo argentino recuperaba la calle, expulsaba mediante su movilización contundente a un gobierno neoliberal y mentiroso, que había intentado abrir el camino de la represión masiva para tapar el hambre de los argentinos. Hambre creada y propagada hasta el hartazgo por el gobierno de Carlos Saúl Menen, que gobernara la nación los años 1989 y 1999. En dos jornadas memorables el Pueblo argentino recuperaba su categoría histórica. El Pueblo en la calle, derrotaba al inepto -y harto corrupto- habitante de la Casa Rosada.
La rebelión del 19 y 20 continuó entonces esta tradición de lucha de las masas. El día 20 en la batalla de Plaza de Mayo y en otros lugares del país. Ese día, los anteriores y los posteriores, la juventud ocupada y desocupada, dio una pelea frontal y heroica a las fuerzas represivas; era una nueva juventud fogueada en la lucha contra la policía del gatillo fácil, la corrupción y el asesinato de jóvenes y de pobres, en las villas, en los barrios miserables, en los estadios de fútbol y los recitales, esa juventud puso a raya a las fuerzas represivas. Sin embargo, la barbarie de las fuerzas policiales, dejó un saldo de 35 ciudadanos muertos; 40 en todo el país.- Fue tal el empuje de las masas que las fuerzas represivas del gobierno neoliberal, debieron ceder el control de la ciudad al pueblo, siendo derrotadas por la acción heroica de jóvenes -y cincuentones- que usando piedras y motos enfrentaron a un enemigo que disponía de todo el arsenal de fuego. Ya en la misma noche del 19 de diciembre la multitud que marchó contra la explotación del modelo neoliberal, mostró señales de un tiempo nuevo. En realidad la crisis del capitalismo salvaje argentino era de tal magnitud que se hallaban al descubierto los dos elementos principales del poder capitalista neoliberal actual: la democracia burguesa, con su representación destrozada al calor del ‘que se vayan todos’ y sus políticos escondidos y disfrazados y el capital financiero desnudando, es decir, la esencia expropiadora del capitalismo, robando desembozadamente sus ahorros a los dos tercios inferiores de la nación.
Sólo la inexistencia de fuerzas de recambio político no aparecidas hasta entonces, ni hasta hoy, así como la supervivencia de una izquierda dogmática, permitieron que el 19 y 20 no surgiera en un nuevo proyecto político nacional, superador de la crisis. El 19 y 20 alumbraron tres elementos que podrían ser la punta para un nuevo movimiento popular: un potente movimiento de trabajadores desocupados, encuadrado en el Movimiento Piquetero; una expresión natural de organización política popular a través de Asambleas Populares y una profundización del mecanismo de ocupación y puesta en marcha por sus trabajadores de las empresas abandonadas por la burguesía: las empresas recuperadas. La enorme potencialidad de dicho movimiento sumado a la posibilidad entonces, de un frente con las izquierdas, puso juntos en la calle a piqueteros, asambleas populares y partidos de izquierda, los que realizaron las movilizaciones más numerosas y continuadas desde la traición menemista. Este fue el período de movilización de masas más importante de estos tiempos; el comprendido entre diciembre de 2001 y mayo de 2003.
En el año de 2006, en Oaxaca, se da un poderoso movimiento de masas, encabezado por la sección veintidós del magisterio, quien logra aglutinar a varios pueblos, en la lucha contra el Estado burgués, encabezado por Ulises Ruiz (a nivel estatal) y por Vicente Fox y su delfín, el espurio Felipe Calderón(a nivel federal).
El poder popular oaxaqueño, constituye La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), dando batallas memorables, contra Ulises Ruiz, exigiendo su destitución, y poniéndolo en jaque, el cual pudo salvar el pellejo político, gracias a la intervención represiva de la PFP, ordenada desde el centro por Felipe Calderón.
El movimiento revolucionario y autogestivo de las masas se expanden prácticamente por toda América. Las insurrecciones en Bolivia, Argentina, y la defensa de Hugo Chávez en Venezuela, así como la aparición de la APPO, ponen de manifiesto el grado de conciencia y organización de las masas y su disposición para la lucha.
Las asambleas populares abren un nuevo proceso en las luchas populares. El movimiento le disputa a la burguesía neoliberal por la fuerza, la legitimidad de ser, de exigir, de hacer valer sus demandas, el movimiento desarrolla sus propias herramientas de intervención para recuperar sus espacios de participación y ampliar sus potestades; las masas ejercen su derecho a reunirse regularmente, con lo que las asambleas populares se multiplican en las ciudades y en los barrios.
El poder burgués es un poder elitista, es un enemigo natural de las asambleas populares y estas constituyen un poder paralelo (Poder Popular) que le es antagónico al poder burgués, por eso se constituyeron en su momento en una alternativa revolucionaria. Las asambleas habrán de proponer las formas de gobierno y el control de la comunidad, puesto que el poder popular será la base sobre la que se construya una nueva sociedad. ; Las asambleas populares –más allá de su destino posterior representan la radicalidad revolucionaria que no tiene vuelta atrás... Estas rechazan la “política de aparato”, que reproduce los esquemas verticales de arriba hacia abajo en la toma de decisiones y se basa en el poder horizontal de las masas.
3. A Manera de Conclusión
Si algo define al socialismo son dos cosas: 1) la propiedad social de los medios de producción y 2) el poder popular.
En cada una de las todavía pocas experiencias socialistas que hemos transitado hasta el momento entre el siglo pasado y comienzos del presente, estos elementos -con sus respectivas particularidades- han estado puestos siempre como puntos prioritarios en la agenda de la construcción de las nuevas sociedades.
¿Qué es exactamente el poder popular? Es el poder que emana del pueblo, pero no esa delegación simbólica, aguada y desabrida, de la democracia representativa, donde cada cierto período se cumple con el rito de elegir a supuestos representantes de la voluntad popular. No, en absoluto. El poder popular es el ejercicio efectivo, a través de la organización y la participación real, de la amplia mayoría de un pueblo en la decisión de los asuntos básicos que le conciernen; es el poder del pueblo que se opone al de la burguesía, constituyéndose en un poder paralelo, capaz de enfrentarla y derrotarla en un momento histórico determinado.
El poder popular es más, infinitamente más que la atención de los problemas puntuales de una comunidad acotada, el alumbrado público o el adoquinado de un barrio, la resolución de un problema específico del transporte colectivo de un sector urbano, o la instalación del agua potable o la edificación de una escuela en una comunidad rural. El poder popular es la democracia real, directa, efectiva, participativa del pueblo soberano, no sólo para atender problemas prácticos puntuales sino para definir y controlar la implementación de políticas macro a nivel nacional, e incluso internacional.
No es fácil su puesta en marcha, y las pocas experiencias habidas hasta ahora (la Comuna de París, los Soviets en la Rusia bolchevique, los consejos obreros y campesinos chinos, los Comités de Defensa de la Revolución cubanos, etc.) muestran que implica un camino largo, complejo, no exento de dificultades. Pero así se hace el socialismo, hacia una sociedad nueva, libre de explotación, plena de justicia.
MOVIMIENTO SOCIALISMO NUEVO.
Fernando.
La Relación Dialéctica entre Dirigentes y Masas.
México a 10 de agosto de 2009.
En la lucha política, desde hace mucho tiempo, se da una discusión profunda entre la relación que debe existir entre los dirigentes y las masas.
Por un lado, el socialismo real, creó una casta de dirigentes que en la vía de los hechos se pusieron por encima de la gente y tomaron ventaja de su posición política. No solo en el socialismo del siglo pasado ocurre esta relación de subordinación. En la mayoría de los casos los dirigentes políticos han obtenido ventajas de su posición. No son pocos los ejemplos de organizaciones en las que los dirigentes tienen, por el hecho de serlo, acceso a canonjías y ventajas que rompen la idea de una lucha igualitaria y que hacen de la posición de dirigente una aspiración en si misma y no un espacio de sacrificio y conducción en la lucha por la transformación de la sociedad; en muchos casos se convierte más en una escalera para subir en la sociedad actual que en un mazo que permita demolerla.
Por otro lado y en contraposición, sectores importantes del movimiento de masas han tendido a la horizontalidad total como forma de romper el verticalismo antes existente. Esta horizontalidad a toda costa ha derivado en otra serie de defectos y desviaciones que no son menores. Por un lado las decisiones, quedan en manos de “las masas” en abstracto. No importando si se da un proceso de preparación previa que capacite la toma de decisiones. Se apuesta por el igualitarismo negando acientíficamente las diferencias reales. Se permite que cualquiera decida sin importar los niveles de compromiso, preparación, organización, participación, militancia. Se diluye entonces la militancia revolucionaria en la idea abstracta de que “todos somos iguales”.
Así tenemos por un lado grupos con dirigentes plenipotenciarios que se ponen por encima del movimiento, de la gente, de las masas y por otro lado, masas que deciden todo sin ningún proceso previo de preparación, de formación política ni ninguna regla de compromiso. En ambos casos el resultado termina siendo catastrófico.
Vamos por partes para analizar este complejo tema.
La democracia burguesa.
En la historia occidental el tema de la democracia ha tenido connotaciones distintas. Desde la democracia griega en que “todos” decidían (un todos que no incluía a mujeres y esclavos), pasando por los espacios de representación parcial del Senado romano, hasta llegar a la época de los totalitarismos del régimen feudal.
La idea de que el poder, la soberanía, emana y recae en el pueblo, es una idea que surge del pensamiento ilustrado, de la sociedad burguesa que en ese momento trataba de nacer como forma de organización alternativa a la sociedad feudal con un contenido profundamente revolucionario, en su momento. En ese momento, las consignas de la Revolución Francesa eran claras, “Igualdad, Libertad y Fraternidad” Se logra un profundo avance en el pensamiento con la idea de que todos somos iguales, y su aplicación práctica es la ruptura con el mandato divino y el poder plenipotenciario de los monarcas. Se comienza a permitir la participación popular y se logran establecer al mismo tiempo las bases económicas para un nuevo modelo de acumulación, el capitalista, que supra por mucho al feudal y trae consigo progreso y desarrollo científico, tecnológico y económico, pero también nuevas formas de explotación y subordinación.
En la democracia burguesa, representativa, se incentiva la idea de que el pueblo es dueño de la soberanía, pero la delega en representantes populares que habrán de ejercerla en su nombre. Se construye un modelo, a partir de la nueva división de clases de la sociedad, en que la clase dominante consolida su opresión. Ya no es mediante la designación divina, consanguínea, que se define a los que habrán de hacer uso del poder. El poder se divide como clase y se crean los mecanismos que garanticen que la clase dominante mantenga el poder político. La alternancia de corrientes o individuos en los cargos de “representación popular” no significa, en ningún caso, la alternancia de modelo económico, político y social. Se mantiene al mando la clase creadora y beneficiaria del sistema.
En este sentido en que el pueblo delega en sus “dirigentes” el poder político, en una sociedad no igualitaria sino dividida aún en estamentos, se entiende como “natural” que los gobernantes accedan a los estamentos más altos y sean beneficiarios de la representación popular. Es entonces la clase política de la mayoría de los países capitalistas, una casta privilegiada que representa en los hechos los intereses de las burguesías nacionales (a partir del neoliberalismo y la globalización también, y a veces en mayor medida, los de las transnacionales).
La idea burguesa de la igualdad, niega en la imaginación las diferencias y por tanto, al declararlas inexistentes niega la necesidad de combatirlas. Según ellos, todos los hombres somos iguales y quien pone dedicación y empeño se supera. Por tanto quienes no se superan es porque no quieren y no ponen dedicación y empeño en ello. Así todos somos tratados como “iguales” sin serlo con lo que se profundiza el abismo de la desigualdad.
Pongamos un ejemplo concreto para que se entienda mejor la apreciación.
Si en una escuela o centro de trabajo o lugar en general hay una persona con discapacidad, que tenga que trasladarse en silla de ruedas para poder desplazarse ¿qué ayudaría más a abatir la desigualdad?, ¿qué la reconozcamos y en virtud de ella pongamos rampas y métodos de acceso desiguales para seres humanos, en la vía de los hechos, desiguales? O ¿qué neguemos en nuestra imaginación la desigualdad y al decir, en abstracto, que todos somos iguales, dejemos medios de desplazamiento iguales para hombres desiguales, es decir, escaleras únicamente en lugar de escaleras y rampas?, ¿qué ayudaría más a las personas discapacitadas?
Pues en el caso de la democracia pasa algo similar. Nos venden la idea de que todos somos iguales (en la imaginación) y por ello se dan métodos de participación idénticos para seres humanos, en la vía de los hechos, completamente desiguales, en donde los explotados y oprimidos no tienen las mismas posibilidades de participar y por ello se ven en desventaja, compiten en condiciones inferiores. Y es precisamente la maestría, en cuanto a dominación, que logra el marxismo con respecto al feudalismo. Como los oprimidos elegimos a nuestros opresores, sin dejar de lado la opresión en si misma, “adquirimos un compromiso” de respeto al pacto social y a nuestros gobernantes pues han sido electos por nosotros. Por otro lado, como los opresores son cambiados cada determinado tiempo, se da una idea de alternancia en el poder, cuando los que gobiernan, como clase, son esencialmente los mismos.
La Democracia Proletaria.
En la lucha por su liberación, la clase trabajadora ha experimentado diferentes formas de lucha que apuntan a diferentes formas de observar la democracia.
Desde el anarquismo, que plantea la necesidad de la colectivización de todas las decisiones abandonando todo tipo de estamentos y suprimiendo, de nuevo en la imaginación, todas las diferencias, apostando en muchos casos por la carencia de disciplina en contraposición al autoritarismo. Por otro lado están las formas marxistas de organización, muchas de ellas surgidas del leninismo que apuesta a la consolidación de las direcciones políticas para el movimiento de masas, pero que en muchos casos se ha convertido en la creación de una casta que se pone por encima del movimiento y saca provecho de él. En estas formas de organización se reconocen las diferencias y, en teoría, se apunta a desaparecerlas en la práctica (ya no solamente en el discurso o en la imaginación).
Otros de los mecanismos de organización son los consejistas, en donde la gran mayoría de los miembros del movimiento participan de manera directa en la conducción y posteriormente delegan en representantes electos por ellos, y en muchos casos amovibles, las responsabilidades prácticas del movimiento. En esta última forma de organización, que es un aproximada mediación entre las dos anteriores, se cae con frecuencia en algunas de las carencias de cualquiera de los dos casos. O por un lado el consejo es una pantalla pero en la vía de los hechos existe la misma casta dirigente, con privilegios, que se pone por encima de la masa y decide la mayoría de las cosas en su nombre, o se crea una situación anárquica en donde a final de cuentas todos hacen todo y nadie tiene obligaciones definidas, y en donde igual puede representar al consejo el compañero más preparado para ello que el menos preparado con lo que en la vía de los hechos se caen en profundos altibajos.
En todo caso, la organización de los trabajadores y el pueblo en la lucha por su liberación, es siempre un producto histórico que, sin lugar a dudas, toma en cuenta el lugar, la idiosincrasia, la correlación de fuerzas y el momento en que se desarrolla, pero es importante tomar en cuenta algunas consideraciones esenciales.
¿De dónde y cómo surgen los dirigentes de las masas?
Dice Engels que de una combinación entre la necesidad y la casualidad. Es decir. En un momento determinado del desarrollo histórico se plantea, a nivel del movimiento, la necesidad práctica de la lucha política y en ésta la necesidad de la conducción y surgen entonces las formas de dirección adecuadas para el momento histórico y surgen también los dirigentes que habrán de operar en dichas formas de dirección.
Es decir, Zapata tiene un significado histórico preciso, pero para que el Zapata histórico pudiera existir se necesito (la necesidad) que el Zapata humano naciera en la sociedad porfirista en donde las condiciones materiales estaban dadas para la revolución y para el surgimiento del Zapata histórico. Si el Zapata humano hubiera nacido en el seno de la sociedad inglesa victoriana, poco o nada habría valido su congruencia, determinación y propuestas, pues el campo no hubiera sido fértil para ellas y con ello no habría alcanzado la trascendencia. El Zapata histórico no hubiera nacido. Es decir, necesitamos forzosamente conjugar la necesidad (el momento histórico) con la casualidad (el nacimiento de los grandes hombres), para que éstos surjan como grandes dirigentes de masas.
En todo caso los dirigentes no surgen al margen de su sociedad, al margen de las masas. Los dirigentes surgen de ellas como un reflejo de lo más avanzado de su tiempo. Sin lugar a dudas, Marx tuvo que haber sido hegeliano para llegar posteriormente al marxismo. Los hombres no pueden nunca estar por encima de su tiempo y de su sociedad, pueden, si a caso, reflejar lo más avanzado de la misma.
Estos dirigentes no enseñan al movimiento de masas, aprenden de él y sintetizan la experiencia, la asimilan, pero en todo momento es el movimiento el que da las grandes lecciones a los dirigentes. Sin embargo el movimiento en abstracto no está en posibilidades de asimilar ni siquiera su propia experiencia, necesita a estos hombres, a estos dirigentes, a estos catalizadores, para poder sintetizarlos. Entonces, en una relación dialéctica, el movimiento enseña a los dirigentes que a su vez logran sintetizar, asimilar los conocimientos aprendidos de la práctica, del movimiento mismo, y los regresan a la masa para que ésta asimile su propia experiencia y logre desarrollarse.
Es esta una de las principales partes de la relación dialéctica entre dirigentes y masas. Marx entendió el capitalismo y el movimiento obrero a partir de su participación en las luchas por la emancipación de la clase obrera. Abrevó de su experiencia. Marx no propuso la comuna de parís, surgió de la necesidad del movimiento. Pero también con toda seguridad, podemos decir que Marx, aprendió más de ella y la entendió mejor que la inmensa mayoría (tal vez todos) de los obreros que participaron en ella. Tomó de la comuna las lecciones teóricas y prácticas, las sintetizó, las explicó, las asimiló y las devolvió a las masas de una forma más asequible que ha nutrido al movimiento revolucionario mundial.
Los dirigentes entonces, y en resumen, surgen de entre las masas, aprenden de ellas y sintetizan el aprendizaje para regresarlo a las masas de una forma más didáctica, al mismo tiempo utilizan esa asimilación superior del movimiento de masas, para tomar de él los principales elementos y darle una conducción política adecuada. Surgen de la necesidad planteada en un momento histórico dado y de la casualidad de su surgimiento en el momento preciso.
La relación de subordinación entre dirigentes y masas.
Uno de los principales problemas que surgen al abordar el tema de la dirección política de las masas es el tema de la subordinación entre dirigentes y masas. De nuevo, por un lado están las tendencias anárquicas en las que se prescinde de los dirigentes y se habla de la ausencia de su necesidad, cayendo en tendencias faltas de orden y organización. Por otro lado están las tendencias militaristas en donde la relación de subordinación se da de la masa hacia los dirigentes y en el peor de los casos se subordinan los intereses de las masas a los intereses del dirigente. En la parte media de las dos tendencias está la organización consejista en la que, si se sigue a rajatabla, en muchos casos termina por desaparecer la dirección política con los consecuentes vaivenes y devenires en el proceso de la organización, en otras ocasiones, pese a la dinámica consejista, se impone la creación de un grupo dirigente que se pone por encima de las masas y que subordina a éstas.
El problema no está en la presencia o ausencia de dirigentes. En todo caso los dirigentes políticos son un hecho concreto, demostrado por la historia y por la necesidad práctica del movimiento. El problema está principalmente con las formas de subordinación entre dirigentes y masas, y más aún, con las formas de subordinación entre los intereses de los dirigentes y los intereses de las masas.
De nuevo en este tema tenemos una relación dialéctica y de mutuo nutrimento.
En las relaciones de subordinación, lo indispensable es que los dirigentes sean electos por las masas, surjan de ellas, de lo más destacado de sus luchas específicas, de entre los más comprometidos con las práctica y el estudio del movimiento revolucionario, compañeros de honestidad probada que sean capaces de anteponer los intereses del movimiento a los intereses personales. En todo momento los dirigentes políticos deben estar sujetos al escrutinio de las masas y poder ser removidos por ellas en el momento en que incumplan las labores para las cuales han sido electos. En todo momento los intereses particulares de los dirigentes se supeditarán a los intereses generales del movimiento. Es esa la relación de subordinación de los dirigentes hacia las masas.
¿Dónde entonces está el papel de la dirección? El dirigente debe ser el más preparado, el más comprometido, el que más se haya destacado en la lucha de las masas, no solo en la parte práctica de la misma, sino en el estudio y asimilación de la teoría revolucionarias, en su comprensión y difusión entre las masas. El dirigente debe ser el más comprometido y el más sacrificado, el que más tiempo y vida dedique al proyecto y el que tenga más responsabilidades a su interior.
La labor de dirección no es en la parte de los intereses de las masas. No es en la definición de los objetivos los cuales deben darse de manera colectiva. El dirigente es un cuadro ejecutivo, operativo y conductor en la táctica revolucionaria. Las masas definen el qué, el dirigente con su mayor experiencia y visión pone a consideración el como. Si su visión se corresponde con la realidad, los resultados serán óptimos, y las masas reivindicarán su confianza en la conducción política.
El dirigente debe en todo momento coadyuvar a la formación de cuadros políticos, de nuevos dirigentes que ayuden a conducir las cada día más amplias y diversas tareas del movimiento de masas si es que éste es bien conducido. El dirigente debe a su vez impulsar todas las actividades necesarias para la formación política de las masas. Para que cada día sean menos necesarios los dirigentes y las masas adquieran capacidad autogestiva, de autoconducción.
Es en la vía de los hechos, no en la imaginación, como desaparece la necesidad de los dirigentes y con ello los dirigentes mismos. Es resolviendo de manera concreta las diferencias como se logra la igualdad, no creyendo en la igualdad como artículo de fe.
Los dirigentes son una parte del proceso revolucionario, el cual por las condiciones reales del capitalismo, no puede ser ni completamente horizontal, ni mucho menos vertical. El verticalismo a toda prueba reproduce las relaciones de dominación capitalista. La horizontalización a ultranza niega las diferencias reales y no ayuda a corregirlas, con lo que a la larga termina reproduciéndolas.
En una próxima entrada algunos elementos más, que ayuden a dilucidar como debe ser la relación de dirección en concreto en la organización revolucionaria de las masas.
Por el Movimiento Revolucionario de Masas, Franky.
Sobre dirigentes y masas, Consideraciones sobre la carta de Federico Engels a W. Borgius.
México a 9 de agosto de 2009.
Lo primero que he de decir, es que como marxista, que me considero, el grado de discrepancias con Engels es, por supuesto, mínimo. En el caso de la carta que me hacen llegar los compañeros, creo que es una pieza maravillosa del marxismo que expone con una maestría impresionante algunas de las cuestiones teóricas esenciales.
La relación de la economía con el resto de los elementos y factores humanos así como la subordinación de unos a la otra y el mecanismo dialéctico entre ellos, se explica de manera profundamente clara y es de gran utilidad para cualquiera que quiera entender el materialismo histórico y el materialismo dialéctico.
No cabe duda que polemizar con Engels, siendo marxista, no es lo más común ni será lo más apreciado por muchos de nuestros compañeros, los más dogmáticos incluso me acusarán de herejía. Pero lo que tampoco me cabe en duda es que todos (y eso incluye a Engels y hasta Marx), estamos imbuidos por resabios de la ideología dominante, la ideología burguesa, y que eso nos hace caer en concepciones imprecisas o erróneas.
En este caso puede que la concepción errónea sea la mía, que sin duda también está profundamente influenciada de la ideología dominante. O tal vez, solo tal vez, puede ser la de Engels, en todo caso, vale la pena abrir el debate y quienes crean que pueden apelar a los grandes teóricos del marxismo como si de una Biblia se tratara, les recuerdo que es precisamente la actitud más antimarxista y dogmática. En todo caso que se esgriman las ideas por encima de los nombres de quienes las firman
Observaciones.
En las primera y última parte de la carta de Engels, la coincidencia es total, incluso me declaro en grado de aprendizaje con respecto al gran maestro del socialismo científico, el problema a debate que incluso es precisamente por él que los compañeros me hicieron llegar la copia de la carta, se da en el inciso b) de la carta el cual, a saber, dice lo siguiente:
b) Los hombres hacen ellos mismos su historia, pero hasta ahora no con una voluntad colectiva y con arreglo a un plan colectivo, ni siquiera dentro de una sociedad dada y circunscrita. Sus aspiraciones se entrecruzan; por eso en todas estas sociedades impera la necesidad, cuyo complemento y forma de manifestarse es la casualidad. La necesidad que aquí se impone a través de la casualidad es también, en última instancia, la económica. Y aquí es donde debemos hablar de los llamados grandes hombres. El hecho de que surja uno de éstos, precisamente éste y en un momento y un país determinados, es, naturalmente, una pura casualidad. Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá. Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la República Francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc., este hombre ha surgido. Marx descubrió la concepción materialista de la historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850 demuestran que ya se tendía a ello; y el descubrimiento de la misma concepción por Morgan prueba que se daban ya todas las condiciones para que se descubriese, y necesariamente tenía que ser descubierta.
HASTA AQUÍ TERMINA LA CITA.
- Lo primero que dice Engels de los grandes hombres (entiéndase los dirigentes, la vanguardia revolucionaria) es que: “…El hecho de que surja uno de éstos, precisamente éste y en un momento y un país determinados, es, naturalmente, una pura casualidad. Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá”.
En la parte de la casualidad me parece que el acuerdo es total. El que en un momento determinado de la historia, donde las condiciones materiales están dadas para ello, surja un hombre o conjunto de hombres que sean capaces de tomar la dirección del proceso histórico completo (revolucionario) no podemos sino denominarlo obra de la casualidad, del azar. Es decir, el movimiento revolucionario depende (aún según Engels) de la casualidad para que surjan en el momento preciso, hombres a la altura de las necesidades del movimiento, con capacidad teórico y práctica para la interpretación y conducción del movimiento, y con posibilidades de llevarlo a buen puerto.
En la segunda parte de esta cita es donde comienzan las diferencias. Dice Engels “si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá”. En primer lugar, Engels reivindica en este fragmento la necesidad inminente de los dirigentes. “se planteará la necesidad de reemplazarlo”, si, como dicen los camaradas de MSN que me hicieron favor de acercarme el presente escrito, todo fuera obra del movimiento de masas, en si mismo, cual sería la necesidad de reemplazarlo. Lo reemplazaría entonces el movimiento de masas en su conjunto. Es decir, si los grandes hombres como los plantea Engels, fueran prescindibles, no se plantearía por un lado su necesidad inicial. Luego entonces, ante su ausencia, tampoco habría necesidad de reemplazarlos. La existencia de la necesidad, primero de los grandes hombres en sí, y luego de reemplazarlos en caso de ausencia, nos revela en Engels, la reivindicación de la necesidad de la dirección política, de la conducción, de acompañar al movimiento de masas de hombres surgidos de entre ellas y capaces de sintetizar lo más avanzado de su desarrollo y de conducirlas.
¿Por qué entonces si Engels reconoce la necesidad de los dirigentes, renglón seguido los minimiza diciendo “…Pero si lo suprimimos, se planteará la necesidad de remplazarlo, y aparecerá un sustituto, más o menos bueno, pero a la larga aparecerá”. ¿Es el movimiento de masas una fábrica inagotable de dirigentes, de grandes hombres? Si así lo fuera, ¿por qué esperar a la ausencia para el reemplazo?, ¿por qué no surgen del movimiento de masas uno, dos, quinientos o mil grandes hombres al mismo tiempo, dirigentes todos que, de surgir, harían profundamente innecesarios a los grandes hombres en sí? Porque para que Engels pueda hablar de grandes hombres se da una relación de superlatividad, de ventaja entre éstos y el resto de la masa. No cabe duda que si todos tuvieran las mismas capacidades y potencialidades, todos los hombres serían grandes, con lo que ninguno sería un gran hombre, es decir, ante la paridad no se destaca. Al final de cuentas en esta cita no podemos sino notar un acto de fe de Engels, porque nos dice que será sustituido, que aparecerá, pero, al menos hasta aquí no da elementos para sostener su dicho, no nos suena distinto que cuando los católicos nos hablan de la segunda venida de nuestro salvador, es un hecho, un hecho de fe, pero sin sustento material, científico, pero continuemos en la línea del púlpito de Engels.
2. En una siguiente parte, de un subjetivismo asombroso, más propio de un metafísico que de uno de los principales promotores de la teoría del socialismo científico, Engels afirma “…Que fuese Napoleón, precisamente este corso, el dictador militar que exigía la República Francesa, agotada por su propia guerra, fue una casualidad; pero que si no hubiese habido un Napoleón habría venido otro a ocupar su puesto, lo demuestra el hecho de que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto, Cromwell, etc., este hombre ha surgido…”
Valga la dotación de suposiciones y buenos deseos. Al final no hay forma científica de probar la afirmación de Engels. El que siempre que ha sido necesario un hombre: César, Augusto o Cromwell, o Napoleón en el caso anterior, éste haya surgido solo prueba dos cosas, no precisamente las que intenta probar Engels, a saber.
a) Prueba que en los grandes procesos históricos, los grandes movimientos y tendencias de las masas han necesitado de los grandes hombres, de los dirigentes, como agentes conductores, catalizadores, del movimiento.
b) Que en algunos de los momentos en que la necesidad a la que hace referencia Engels ha estado presente, la casualidad ha permitido poner a hombres grandes al frente de las luchas, representando a lo más avanzado del pensamiento, de la organización y del actuar de su tiempo y capaces de influir en el resto de la masa y conducirla a nuevos derroteros históricos.
Lo que nunca prueban los ejemplos anteriores es que en caso de no haber existido hubieran surgido otros.
Engels nos dice que la necesidad hace que estos grandes hombres se requieran y que la casualidad los pone en el país y tiempo adecuado. Estamos de acuerdo en ello. Pero en lo que diferimos es que, de ser como dice Engels, que la historia los substituiría con tal facilidad, eso mismo negaría su necesidad, es decir, surgirían por borbotones a cada momento de la historia y ni siquiera notaríamos sus ausencias y presencias. Y es justo en esa dimensión y en ese valor que podemos apreciar el lugar real de los dirigentes en el movimiento de masas.
Es decir, a muchos de ustedes les sonará el nombre de Espartaco, a los que no, baste saber que fue un esclavo del imperio romano que, tras ser un gran gladiador, emprendió una lucha por la liberación de los esclavos de Roma teniendo un gran empuje entre las masas, logrando organizar a miles de esclavos y poniendo en serios problemas al imperio más grande y poderoso que había conocido la humanidad.
No cabe duda que antes de su nacimiento, en el seno de la esclavitud, era necesaria la lucha por la libertad. La necesidad estaba allí, pero hasta su nacimiento, la casualidad permitió agrupar esa necesidad con un hombre lo suficientemente avanzado, lo más avanzado de su tiempo entre los suyos, y conducir el proceso revolucionario. No cabe duda también que a su muerte, la necesidad de luchar contra la esclavitud, que duró algunos siglos más, seguía presente, pero la casualidad ya no sé presentó.
Si atendiéramos a la superstición de Engels, recordaríamos a muchos preEspartacos y otros tantos postEspartacos, tal vez incluso no se podría hace referencia en estos términos porque no recordaríamos a Espartaco en específico, recordaríamos a muchos de su talante y características, pero no es así, la historia le concede un lugar porque fue precisamente la síntesis dela necesidad y la casualidad, esos momentos históricos claves y, pese a Engels, tan irrepetibles, que se graban en la memoria humana.
Engels dice que si no hubiera habido Napoleón otro habría ocupado su lugar, pero su ejemplo muere al nacer, porque a la caída de Napoleón nadie ocupó su lugar, pese a que Francia lo seguía necesitando, y se comenzó una oleada de contrarrevoluciones en Europa que tendía a revertir la obra napoleónica, que si se conoce como tal es porque Napoleón existió y no fue cualquier otro en la casualidad.
Engels nos dice que “…Marx descubrió la concepción materialista de la historia, pero Thierry, Mignet, Guizot y todos los historiadores ingleses hasta 1850 demuestran que ya se tendía a ello; y el descubrimiento de la misma concepción por Morgan prueba que se daban ya todas las condiciones para que se descubriese, y necesariamente tenía que ser descubierta…”
Estamos completamente de acuerdo, es claro que no podríamos afirmar sin ser metafísicos que el hecho de que Marx descubriera la concepción materialista de la historia, revela en sí mismo, y aún sin apelar a los demás ejemplos de Engels, que había las condiciones para descubrirla, y que cualquier ser humano que hubiera utilizado las mismas lecturas, el mismo método, las mismas influencias y un similar razonamiento habría llegado, sin duda a conclusiones por lo menos similares a las de Marx. El punto es que quien siguió un modelo de estudio, un razonamiento y un mecanismo que lo llevó a ese descubrimiento fue Marx. Es cierto que había una “necesidad histórica” por llamarlo de alguna manera, de que el materialismo histórico fuese descubierto, pero también es cierto que fueron pocos hombres que se acercaron al descubrimiento de esa teoría y menos aún los que la perfeccionaron y le dieron su filo revolucionario.
Ante las afirmaciones de Engels podríamos deducir 1. O que a la muerte de Marx el proletariado dejó de necesitar a hombres de su talante para guiarlo e interpretar con maestría sus condiciones historia y potencialidades. 2. O que ha habido miles de Marx, pues la necesidad se ha dado desde su muerte hasta nuestros días y si la casualidad sustituiría a Marx (como lo haría con Napoleón, según Engels) debió de haberlo substituido ya miles de veces en miles de lugares distintos. 3. O que Engels se equivocaba en su afirmación y pese a que la necesidad de teóricos de la calidad de Marx, o de Engels o de Lenin es una necesidad permanente, la casualidad no ha sido tan benigna y sólo esporádicamente nos ayuda a satisfacer esa necesidad vital.
En toda América Latina la necesidad nos ha hecho suspirar por miles de Fideles o Ches, pero sólo Cuba tuvo las condiciones propicias, el proceso adecuado y la buena fortuna, la casualidad, de tenerlos. Ellos hicieron la historia, por supuesto que no, como no la hizo Napoleón, Marx, Engels, Lenin, Espartaco o algún otro, la historia la han hecho las masas, pero en este sentido, la carta de Engels nos ayuda a confirmar que cuando las masas están listas para hacer la historia, surgen de entre ellas grandes hombres, que reflejan lo más avanzado de su tiempo, que tienen la voluntad, la preparación, el sacrificio y las condiciones suficientes para guiar a las masas, para aprender de ellas, para interpretar sus más grandes aciertos y corregir sus mayores errores y convertirse en los dirigentes de las masas. Al final, dudo que algún compañero pueda recordar algún gran momento de transformaciones históricas en el que no podamos citar la presencia de esos grandes hombres, que como Marx, Engels o Lenin, nos confluyen y nos guían, la necesidad los requiere, la casualidad los pone allí, interpretan al movimiento y se convierten en su vanguardia y pasan a la historia, de eso no me queda duda.
Mañana el análisis general sobre dirigentes y masas.
Para el Movimiento Revolucionario de Masas.